Hace
muchos años que hemos entrado en la era de la locura, en la era de los asesinos
salvajes y despiadados. A lo mejor solo hemos regresado a prácticas religiosas
que ya creíamos erradicadas en Europa, y dónde la Iglesia católica era
protagonista. Hace unos pocos cientos de años, se quemaba a la gente en nombre
del dios hegemónico de entonces. No tengo la más mínima duda, de que occidente
es, en parte, culpable del estado en que se encuentran las naciones de mayoría
musulmana. Pero también los ciudadanos musulmanes, que aunque no apoyen esas
acciones violentas, miran para otro lado. No existe el terrorista de izquierdas
o de derechas; nacionalista, independentista o antinacionalista; cristiano,
musulmán o ateo. Un terrorista solo es eso, terrorista. Un individuo salvaje y
despiadado que desprecia la vida humana hasta el extremo de no tener el más mínimo
reparo en acabar con ella.
El
islamismo radical, amparándose en una interpretación irracional del Corán,
quiere imponer una mordaza inaceptable a todos los que no pensamos cómo ellos.
Quieren imponer su enloquecida ideología mediante el miedo a lo que pueda
pasar, o a las represalias.
Si la
libertad de expresión me permite criticar o ridiculizar al dios cristiano,
también me tiene que permitir criticar o ridiculizar a Alá o a Buda. Porque se
trata de eso, de imponer. Si una cosa no te gusta, no la leas, no la compres o
no la veas. Así de simple.
Hemos de
trazar una línea y no dar un paso atrás. No podemos permitir que se recorten
derechos y libertades por culpa de la intolerancia de los radicales. Y esto
vale para los que llevan txapelas, turbantes o laca en el pelo; los que
disparan en la nuca, los que estrellan aviones contra rascacielos o hacen
estallar bombas en trenes.
Estos
criminales y los que les dan las ordenes, pretenden dividir definitivamente a
la sociedad mundial en dos facciones irreconciliables, y para ello, nada mejor
que occidente empiece a tomar medidas en contra de los musulmanes. Si las
posturas xenófobas están en auge en Francia, después de esto, veremos que dicen
las próximas encuestas sobre la Le Pen, o en Alemania sobre los antiislámicos. ¿De
dónde sale todo el dinero que cuesta mantener una estructura militar cómo la de
Al Qaeda o el Estado Islámico? Se ha demostrado que pagan buenos sueldos a sus
asesinos. ¿Solo sale de la venta de petróleo iraquí? Ese petróleo de
contrabando ¿quién lo compra? ¿Por qué no se hace nada en ese sentido?
¿Es normal
que el Estado Islámico se dedique a ejecutar o decapitar a seres humanos
indefensos?
¿Qué
diferencias hay entre ellos y los nazis que asesinaron a millones en los campos
de exterminio?
¿Es normal
que Boko Haran se dedique a secuestrar niñas para islamizarlas a la fuerza?
¿Alguien
cree que con buenas palabras se va a acabar con este problema?
¿Estamos
en una guerra mundial contra el terrorismo y no nos hemos dado cuenta?
¿Los
medios policiales son suficientes para acabar con ellos?
¿Es licito
que ejércitos extranjeros intervengan contra el Estado Islámico?
Espero que
el semanario satírico Charlie Hebdo continúe con su trayectoria y no se deje
amedrentar. Espero que las fuerzas de seguridad apresen a estos criminales, que
sean juzgados y condenados a prisión el resto de sus vidas.