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sábado, 30 de enero de 2016

Conoce un poco más de Bernie Sanders, candidato a la nominación por el Partido Democrata.


Por qué el socialista Bernie Sanders despierta tantas pasiones entre los jóvenes de EE.UU.
Jaime González BBC Mundo, Los Ángeles, @bbc_gonzalez 



¿Puede un autodenominado socialista de 73 años, voz ronca y aspecto desaliñado, al que le gusta despotricar contra la clase dirigente -en particular contra los bancos y las grandes corporaciones- convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos?
Si uno atiende a las miles de personas que en los últimos meses han llenado pabellones deportivos en ciudades de todo el país para oír hablar y vitorear al senador de Vermont Bernie Sanders, la respuesta parece ser que sí.
Aunque si se tiene en cuenta que Sanders es todavía un desconocido para una mayoría de los votantes y que en EE.UU. para muchos nombrar la palabra "socialista" prácticamente equivale a invocar al diablo, la respuesta parece ser que no.
Si a ello se le suma que la rival a la que se enfrenta Sanders para hacerse con la nominación demócrata de cara a las presidenciales de 2016 es la todopoderosa Hillary Clinton, a la que algunos ya ven como la próxima inquilina de la Casa Blanca, la conclusión es: imposible.

En cualquier caso, se trata de un "imposible" que a medida que pasan las semanas y aumenta la popularidad de Sanders -quien por primera vez este miércoles aparece por delante de Clinton en una encuesta de intención de voto de cara a las primarias de New Hampshire- se está transformando en un "¿quizás?".
Al fin y al cabo, antes de la irrupción del senador Barack Obama, ¿quién pensaba que Clinton no iba a ser la candidata demócrata en las presidenciales de 2008?
No hay duda de que a estas alturas la mayor parte de seguidores de Sanders engrosan el electorado demócrata más a la izquierda del partido, que muchos consideran minoritario.
Pero los responsables de la campaña Sanders -nacido en Brooklyn, Nueva York, en 1941 en el seno de una familia de origen judío- están haciendo un uso muy inteligente de la redes sociales, logrando que su mensaje esté llegando a los votantes de a pie, como demuestra la gran cantidad de gente que está acudiendo a sus mítines.

Lleno total
Hasta el momento, al mayor evento protagonizado por Hillary Clinton asistieron unas 5.500 personas.
Mientras, Sanders logró congregar tan sólo el pasado fin de semana a 15.000 personas en Seattle, en el estado de Washington, y a más de 20.000 en Portland, en Oregón.
En julio tuvo un éxito similar en ciudades consideradas territorio republicano, como Phoenix, en Arizona, y Dallas, en Texas, reuniendo a 11.000 y 8.000 personas
respectivamente.
Este lunes protagonizó otro lleno total en Los Ángeles, California, donde más de 20.000 personas acudieron al pabellón Memorial a escuchar su mensaje en contra de los multimillonarios y a favor de la clase trabajadora.
A Sanders se le acusa de carecer de atractivo entre los votantes pertenecientes a minorías, aunque eso contrasta con la diversidad de la multitud que le ovacionó en incontables ocasiones durante su discurso en la ciudad californiana, y que estaba compuesta por gente de todas las razas y edades.

Educación superior gratuita, sanidad pública universal, lucha contra el cambio climático, reforma migratoria y del sistema judicial, vacaciones y bajas de maternidad pagadas para los trabajadores, fin de las contribuciones de las corporaciones a las campañas políticas, mayor control de Wall Street y sus bancos, fin de las rebajas fiscales para los ricos…
Sanders habla de todos estos temas en un tono populista y desacomplejado, logrando conectar con un electorado cansado de los políticos, tanto demócratas como republicanos, que anteponen los deseos de sus influyentes donantes a los de los ciudadanos.
El senador de Vermont se ha comprometido a no aceptar para su campaña ni un solo dólar de las grandes corporaciones y hasta el momento ha conseguido recaudar más de US$15 millones gracias a las pequeñas donaciones de 200.000 de sus seguidores.

Cambiar el sistema
"Estoy aquí para mostrar mi apoyo a Bernie porque creo que en este país hay muchas cosas que tienen que cambiar. Hay que reconstruir la clase media y él me ha devuelto la esperanza de que eso es posible", asegura Edwina Aguayo, quien acudió al mitin de Los Ángeles acompañada de varios amigos.
"Hasta hace unos meses ningún candidato se atrevía a hablar del racismo que existe en este país, y Bernie pone el énfasis en la necesidad de que estemos unidos, sin importar nuestra raza", apunta la joven.
Daniel, un estudiante de ciencias políticas de 18 años asegura que apoya a Sanders -porque como él- cree que "la universidad debe ser gratuita".
"Además, el hecho de que no sea un político como los demás y que apueste por cambiar el sistema me gusta", dice el joven originario del condado californiano de Orange.
"También estoy de acuerdo con él en que la sanidad gratuita debería ser un derecho de todos los estadounidenses y no sólo de unos pocos".
Su amigo Jake, de 18 años y estudiante de relaciones internacionales, asegura "que hay muchas cosas en las que no está de acuerdo con Sanders, aunque le apoya "porque no es como el resto de políticos".
"No acepta dinero de las grandes corporaciones y se nota que le preocupa la gente y no sus donantes".

Lo mismo opina Erik Martínez, un estudiante de secundaria de 17 años que por primera vez podrá votar en las presidenciales de 2016 y que le dará su apoyo al senador de Vermont porque este "quiere gobernar para la gente".
"Habla de cosas con las que estoy de acuerdo, como no dar rebajas fiscales a los millonarios o luchar contra el cambio climático. Creo que Hillary Clinton es una republicana disfrazada de demócrata. Recibe demasiado dinero de las grandes corporaciones", asegura Martínez.

"No hay que subestimarlo"
Según le dijo a BBC Mundo el director de comunicación la campaña de Sanders, la gran cantidad de gente que se congregó en Los Ángeles para escucharle "no fue una sorpresa" dado el éxito que habían tenido sus mítines anteriores.
"Que tantos quieran escucharle hablar demuestra que su mensaje está llegando a la gente de todo el país", aseguró Michael Briggs.
"Habla de asuntos que los grandes medios no tratan y sobre los que a una mayoría de estadounidenses -ya sean republicanos, demócratas o independientes- están de acuerdo. Cuanto más lo conocen, más les gusta".
Según Briggs, desde que inició su carrera política como alcalde de Burlington, la mayor localidad del estado de Vermont, Sanders "ha sido subestimado y eso es algo que ha demostrado no se debe hacer con él".

Viendo la energía desbordante que había este lunes en su mitin de Los Ángeles, resulta sorprendente la poca atención que los grandes medios están prestando a la campaña de Sanders, a quien a estas alturas pocos dan opciones de vencer a Hillary Clinton en las primarias del Partido Demócrata.
Pero no hay que olvidar que en 1991 Sanders se convirtió en el primer candidato independiente en ser elegido para el Congreso de EE.UU. en más de cuatro décadas, gracias al apoyo ciudadano que recibió y que ahora está tratando de replicar a nivel nacional haciendo un llamado a una "revolución ciudadana".
¿Imposible? No para las miles de personas que este lunes coreaban en Los Ángeles en español "Sí se puede".

miércoles, 20 de enero de 2016

Nunca dejes que un árbol te impida ver el bosque.



Yo no soy partidario de pactos y confluencias, y nunca lo he sido. Estoy convencido de que PODEMOS debe de presentarse solo en todas las citas electorales. Aun así, puedo entender que en Cataluña, por su especial situación política, se haya llegado a un acuerdo para crear una candidatura unitaria.
Pero no es de esto de lo que quiero hablar. Se está centrando demasiado el asunto del futuro político en las confluencias: que si sí, que si no, que si ha sido un error, que si no lo ha sido, y eso nos hace desviar la atención de dónde en mi opinión esta el problema, que no es otro que el haber quedado por detrás del P$OE: si hubiéramos quedado por delante, ahora estaríamos hablando de algo muy distinto. Y esto lo digo estando convencido de que hemos conseguido un gran resultado, un resultado histórico para la izquierda de este país. Pero, ¿por qué estamos por detrás de los socialistas?, ¿por qué no hemos podido superar a un partido en descomposición? Desde luego por la política de alianzas no ha sido.
Por un lado hay un problema general: la poca presencia que tenemos en las zonas rurales. Y otro más localizado: que se esta haciendo en las dos Castillas y en Andalucía.
En el primer caso, nuestra escasa presencia en las zonas rurales en general, es fruto de la juventud de nuestra organización, y me consta que se esta trabajando para ir avanzando en ese aspecto, por lo menos lo que yo conozco que es Madrid. Es un trabajo de tiempo y paciencia. Hay que seguir extendiendo los Círculos por los pueblos pequeños, porque los datos nos dicen que en lo pueblos dónde no hay presencia de Círculo, nuestro porcentaje de voto baja drásticamente.
El otro problema es distinto. ¿Qué se esta haciendo para sacar tan malos resultados en esas tres comunidades autónomas? De 114 escaños en juego, solo hemos conseguido 14.
Los resultados en Andalucía son cuanto menos mediocres. De 61 escaños, solo hemos ganado 10 (16,86%), y eso que allí tenemos figuras muy potentes, figuras muy representativas. Se, que posiblemente sea pronto para recoger los frutos del trabajo en el parlamento andaluz, pero es que hay que hacer algo más, y yo desde aquí no se si se esta haciendo. Todo no es trabajo parlamentario y salir en la tele, hay que trabajar en contacto con la ciudadanía, en los pueblos, en los barrios. Desde luego los números dicen que algo no se esta haciendo bien.
Los resultados en las dos Castillas son desastrosos. En Castilla La Mancha hemos conseguido 1 escaño de 21 (13,62%), y en Castilla León 3 de 32 (15,03%). Y me asalta la misma pregunta que con el caso andaluz. ¿Qué se esta haciendo mal o que no se esta haciendo?
Vamos a ver si nos ponemos las pilas todos, dejamos de mirar embobados los primeros árboles, y nos fijamos más en la totalidad del bosque. No se sabe cuándo será la próxima cita electoral. Hay que estar preparados para que cuándo llegue, poder hacer el asalto definitivo a la Moncloa, pero perdiendo el tiempo de esta manera no lo vamos a conseguir.

martes, 12 de enero de 2016

Corbyn en Reino Unido, Sanders en EEUU, Pablo Iglesias en España ¿Donde vamos a llegar?


¿Socialismo en EEUU?
Un articulo para PUBLICO de Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Políticas Públicas. The Johns Hopkins University

El movimiento de los indignados –el 15M- en España tuvo una gran influencia internacional e inspiró movimientos similares en otros países, como el Occupy Wall Street (OWS) en EEUU. Ni que decir tiene que otros hechos internacionales y nacionales contribuyeron también a que apareciera tal movimiento que denunció al establishment político-mediático de aquel país, presentándolo como un mero instrumento de la élite financiero-económica (que el Premio Nobel Joseph Stiglitz había definido como el 1% de la población), que ejerce una excesiva influencia en la gobernanza del país.
La enorme crisis conocida como la Gran Recesión, resultado de la aplicación de las políticas neoliberales a ambos lados del Atlántico Norte, había creado un enorme malestar popular que el OWS canalizó. A partir de los años 2011 y 2012, aparecieron en muchas ciudades estadounidenses acampadas en numerosas plazas públicas, en donde se denunciaba la enorme concentración de las riquezas y de las rentas en EEUU, con el consecuente crecimiento de las desigualdades y el deterioro del bienestar de la gran mayoría de la población estadounidense. Tal deterioro era consecuencia de la aplicación de políticas públicas que facilitaron la concentración de la riqueza y de las rentas, favoreciendo a las rentas derivadas de la propiedad del capital a costa de las rentas procedentes del mundo del trabajo. El OWS presentó tales hechos como la lucha de clases del siglo XXI, es decir la lucha del 1% más rica en contra del bienestar del 99% restante, confirmando lo que había reconocido nada menos que una de las personas más ricas de EEUU, el Sr. Warren Buffet, cuando indicó que tal lucha era “la victoria de la élite de billonarios a costa de todos los demás”. Este movimiento, el OWS, definía Wall Street, el centro financiero de EEUU, como el centro del poder económico, político y mediático del país, base del 1% de la población más rica de EEUU.
El impacto del OWS en EEUU fue, como el del 15M en España, enorme, situando el tema de las desigualdades en el centro del debate político. Ni que decir tiene que la primera reacción del establishment político-mediático fue intentar reprimir tal movimiento, incluso físicamente. Las avalanchas policiales frente a los campamentos fueron especialmente brutales en Nueva York y en Boston. Y, como era de suponer,  los mayores medios de comunicación –altamente influenciados por el capital financiero- intentaron desacreditarlo. Pero la insistencia y el espíritu de lucha y compromiso de tal movimiento, así como la enorme simpatía popular que creó, forzaron a que el tema de las desigualdades pasara a centrar la atención mediática, hasta tal punto que el Presidente Obama tuvo que reconocer que “el escandaloso crecimiento de las desigualdades era el mayor problema existente en EEUU”. Tanto en The New York Times como en el Washington Post, la palabra “desigualdades” a partir de aquellas manifestaciones apareció con mucha mayor frecuencia, gracias a la aparición del  OWS.
La creciente popularidad del socialismo
Estas movilizaciones ayudaron, en EEUU, a desacreditar y a deslegitimar las instituciones políticas, llamadas democráticas, a las que se percibía como meros instrumentos de los grandes grupos financieros y económicos dominantes. La aplicación de las altamente impopulares políticas neoliberales estaba alterando la visión generalizada anterior al inicio de  la crisis, de que “EEUU era el país de las grandes oportunidades”. La realidad mostraba que ello no era cierto, y ya en diciembre de 2011, una encuesta de la altamente respetada compañía de encuestas PEW mostraba que el 49% de las jóvenes de EEUU (de 18 a 29 años) tenían una opinión favorable del socialismo, un porcentaje superior al de los que la tenían favorable del capitalismo (el 46%). También lo que era muy interesante es que el 55% de los ciudadanos afroamericanos y el 44% de hispanos y latinos eran favorables al socialismo (en contraste con tan solo el 24% de blancos). Otra encuesta elaborada por el mismo centro durante el mismo mes mostraba que el 77% de estadounidenses (incluyendo el 53% de los Republicanos, la derecha de EEUU) creían que había en EEUU una excesiva concentración de poder en manos de un grupo muy minoritario de la población y de un número muy reducido de grandes empresas transnacionales, basadas en EEUU pero distribuidas por todo el mundo.
El candidato socialista a la Presidencia de EEUU
Es en este contexto en el que apareció, como candidato a la Presidencia de EEUU, una persona conocida desde hace muchos años (durante su carrera política en un Estado, Vermont, paradójicamente rural y muy conservador) como socialista, sin que nunca ocultara su compromiso político con el socialismo democrático. Y lo más llamativo de esta persona, Bernie Sanders, es que era uno de los dos senadores que representaban aquel Estado de Vermont (antes fue alcalde de Burlington, la ciudad más grande de ese Estado, y más tarde fue elegido representante de Vermont, cargo que ocupó desde 1990 hasta 2006, año en el que fue designado senador). Lejos de presentar una imagen defensiva, el senador Sanders siempre ha sido conocido como un crítico acérrimo del capitalismo estadounidense y de las instituciones llamadas democráticas, excesivamente instrumentalizadas e influenciadas por las grandes empresas y corporaciones conocidas en EEUU como la Corporate Class, y que Sanders define como la “élite de billonarios”. Su gran punto de referencia es Eugene Debs, el dirigente socialista que fue candidato para la Presidencia de EEUU cinco veces durante el periodo 1900-1920, y que preside su despacho en el Senado. Lejos de presentar el socialismo como una sensibilidad foránea y no estadounidense, Sanders acentúa que la gran mayoría de intervenciones federales, altamente populares, que han mejorado el bienestar de la población estadounidense desde el New Deal del Presidente Roosevelt hasta las conquistas laborales, civiles y políticas de los años sesenta y setenta han sido diseñadas o influenciadas por socialistas.
Uno de sus grandes retos ha sido neutralizar la propaganda procedente de los grupos más reaccionarios del país (como la Heritage Foundation), promotores de la Guerra Fría, que incluso hoy, están intentando presentar el socialismo como equivalente al estalinismo. Sanders ha clarificado (procurando con ello diluir la imagen que de él intenta presentar la también candidata para la Presidencia de EEUU, Hillary Clinton) que su objetivo no es ni nacionalizar los grandes medios de producción ni la tienda de comercio de la esquina. Los puntos de referencia que utiliza Sanders son los países escandinavos, habiéndose referido a Dinamarca Y Suecia como una “experiencia especialmente interesante” e “incluso relevante” para EEUU, lo cual ha sido criticado por la Sra. Clinton, que ha señalado que EEUU no es ni Dinamarca ni Suecia. El senador Bernie Sanders, admirador de Olof Palme, el asesinado primer ministro socialdemócrata sueco (1982-1986), se define como socialista convencido y orgulloso de pertenecer a esta tradición política enraizada también en la historia de EEUU. Otras voces críticas de Sanders, como la del diario Huffington Post, han ido incluso más allá y han intentado desacreditarlo al identificarlo como el Hugo Chávez de EEUU, comentario hecho sin ninguna intención positiva y laudatoria.
Ni que decir tiene que grupos izquierdistas también han intentado desacreditarlo, presentándolo como no suficientemente revolucionario o como un socialdemócrata tradicional (observación que intenta ser insultante), que solo “intenta humanizar el capitalismo”, expresión característica de elementos muy minoritarios, sin apoyo popular, y de carácter predominantemente testimonial y nula incidencia política, ignorando que el socialismo no es un proyecto que ocurre el año A y día D (la famosa toma del Palacio de Invierno), sino que se construye o destruye diariamente, con medidas políticas públicas que distribuyen los recursos según las necesidades de la población, recursos que son financiados según las habilidades y capacidades de cada ciudadano, atendiendo al principio de “a cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad”.
La mayoría de las izquierdas, sin embargo, incluyendo la mayoría del movimiento OWS lo apoya, trabajando activamente en su programa. El intelectual más conocido dentro de la izquierda estadounidense, mi amigo Noam Chomsky, lo ha apoyado, pues su candidatura está movilizando a muchísima gente. Y si esta movilización continúa y puede mantenerse después de las elecciones, el movimiento podría convertirse en el movimiento popular que facilitaría la necesaria transformación de aquel país.


¿Puede ser un socialista el nuevo Presidente de EEUU?
Ni que decir tiene que las posibilidades de que Sanders pueda ganar son muy limitadas debido al enorme control que los aparatos del Partido Demócrata tienen sobre la campaña electoral. Además, la privatización del proceso electoral en EEUU, así como la falta de regulación de los medios de información en cuanto a la emisión de propaganda electoral (el candidato puede comprar tanto tiempo mediático como quiera y pueda según el dinero que obtenga) hace difícil conseguir la exposición mediática del mensaje socialista en EEUU. La campaña de Sanders está financiada con pequeñas donaciones sin ningún apoyo de las grandes compañías. Ha conseguido hasta ahora 42 millones de dólares (frente a los 120 millones de Hillary Clinton) procedentes de 681.000 donantes.
Se argumenta también, con cierta razón, que aunque ganara (caso poco probable), el Congreso no le permitiría hacer los cambios necesarios. Ahora bien, hay que ser conscientes de que la gran movilización que su campaña ha causado ha tenido un efecto considerable en el sentido de que ha aumentado sustancialmente el apoyo hacia el socialismo, rompiendo el tabú que existía hacia tal sensibilidad política. En realidad, la última encuesta del New York Times/CBS Poll (Noviembre, 2015) muestra que el 56% de los miembros del Partido Demócrata que participarán en las primarias de tal partido tienen una opinión favorable del socialismo, y solo el 29% la tienen negativa. Lo que es también muy importante es que su apoyo entre la clase trabajadora blanca ha estado creciendo a costa del votante trabajador al Sr. Donald Trump, el candidato ultraderechista republicano con tintes fascistas. Los sindicatos progresistas en EEUU lo apoyan, aunque la federación mayoritaria sindical (AFL-CIO) no haya tomado partido entre Hillary Clinton y Bernie Sanders. Ahora bien, lo que es más importante es que el propio Bernie Sanders ha acentuado la “necesidad de no limitarse solo a las campañas electorales, consciente de que el cambio no ocurrirá a no ser que exista un movimiento comprometido en ir más allá que el proceso electoral, estableciéndose así un movimiento político-social”.
Ni que decir tiene que hay también algunas áreas en las que la candidatura de Sanders es limitada, incluyendo algunas de las políticas que ha apoyado, y otras que no. Entre estas últimas está su resistencia a recuperar para el sector público empresas privatizadas (como bancos rescatados con fondos federales). En este aspecto, su mayor énfasis es en la redistribución de los recursos más que en cambiar las relaciones de propiedad. Pretende alcanzar la redistribución mediante el aumento sustancial de la carga fiscal a las rentas superiores y a las rentas del capital; aumento del nivel salarial subiendo el salario mínimo (a 15 dólares por hora frente a los 12 dólares que propone Hillary Clinton); facilitando la sindicalización de la fuerza laboral para aumentar los salarios, hacer una inversión masiva para mejorar las infraestructuras del país (de 1 billón de dólares en cinco años) y reconvertir la economía pasándola de basarse en las energías fósiles a basarse en las energías renovables, medidas todas ellas que tendrían un enorme impacto positivo en el bienestar de las clases populares. Por todo ello, y sin desmerecer algunas de las críticas que se le han hecho, el hecho es que, como Chomsky ha indicado, Sanders ha abierto un nuevo espacio que ofrece posibilidades y que puede contribuir a un muy necesario cambio en EEUU.

sábado, 9 de enero de 2016

EL DESASTRE CATALAN ¡VAYA CON LA CUP!



A mi modo de ver, en todo este asunto hay dos cuestiones fundamentales. La primera, que los resultados del bloque independentista, con ese 48%, no se iban a repetir. La segunda, que a ninguna formación política le interesa que PODEMOS gane las próximas elecciones catalanas.
La CUP-CC ha resultado ser un cómplice de la corrupción al pretender desligar a Más, de Convergencia y JxSI. Es igual que pretender desligar a Rajoy y sus secuaces, del PP. Convergencia y el PP son dos maquinas de corrupción, y la CUP-CC, se ha puesto la pinza en la nariz. El asamblearismo, la transparencia, la honradez, todas esas cualidades de las que hacían gala, todas se han ido a la basura. El fin justifica los medios: la patria es lo primero. Van a poner en marcha un proceso independentista con solo un 48% de voto a favor, y utilizando su mayoría en escaños. ¿Cuántas veces habrán despotricado en contra de una ley electoral que claramente les perjudica? Ahora ya les vale. ¿Habrán criticado el transfuguismo? No lo sé, pero ahora le prestan dos diputados al JxSI para que se integren en el grupo parlamentario, y además se comprometen por escrito a no votar en el mismo sentido que la oposición, es decir, y por poner un ejemplo, que si en los próximos meses se legisla para abaratar el despido en Cataluña y la oposición vota en contra, la CUP tiene que votar que si. La CUP catalana ha resultado ser un grupo de aventureros de la política que no cumplen sus promesas, cómo los partidos tradicionales. En el resto de España hay unas cuantas CUPs de las mismas características, y son CUPs que no están avaladas por PODEMOS y van por libre.
Ahora, Rajoy y el PP tienen un aliciente perfecto para intentar obligar a Pedro Sánchez y al P$OE a formar un gobierno de amplia mayoría con o sin Rajoy. Ellos están en la misma situación, no les interesa un adelanto electoral que claramente puede beneficiar a PODEMOS. Puede ser un suicidio para los socialistas, pero tienen cuatro años por delante para intentar que la ciudadanía lo olvide.