Mucho se está hablando, y desde hace tiempo, de la
conveniencia de la eliminación de las diputaciones. Y se hace desde la premisa
cierta de que están podridas por la corrupción. Ahora mismo, P$OE y Ciudadanos
han suscrito una cosa (me resisto a llamarlo pacto de gobierno) que prevé su
desaparición.
Las diputaciones cumplen una función fundamental de apoyo a
los municipios de la provincia, principalmente en materia de infraestructuras.
Son vitales para dotar de estás, a las poblaciones pequeñas y medianas. Esta es
una realidad que, posiblemente, los ciudadanos de las comunidades autónomas
uniprovinciales, cómo Madrid, no visualizan. Y no lo hacen porque no tienen
diputaciones: sus competencias están asumidas por la Comunidad Autónoma. Solo
ven por la televisión a muchos presidentes y altos funcionarios de diputaciones
enmierdados hasta las cejas con la corrupción.
Si eliminamos las diputaciones, tenemos que sustituirlas por
algo parecido que asuma sus competencias, y lo podemos llamar cómo queramos:
“comunidad de pueblos”, “mancomunidad de comarcas” o “coordinadora de pueblos
perroflautas”. Da igual, su función seria la misma.
El problema no es la diputación, el problema es la
corrupción que se ha adueñado de ellas, y aunque las eliminemos, la corrupción
seguirá presente. Una prueba muy clara es Madrid. Cómo no hay diputación, la
que esta podrida es la propia Comunidad Autónoma.
Está claro que hay que rediseñarlas y modernizarlas, pero
también hay que regenerar la vida publica nacional erradicando la corrupción de
todos los estamentos oficiales. El programa de PODEMOS tiene un montón de
medidas anticorrupción que pueden limpiar las instituciones, entre ellas las
diputaciones.
No perdamos el tiempo en mirar la paja y fijémonos en el
verdadero problema: la corrupción.
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