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martes, 23 de septiembre de 2014

El juicio de Alfon aplazado, continúa el montaje.



Publicado Shangay Lily en Publico.es el 23–09–2.014

El jueves 18 de noviembre se había establecido como la fecha del juicio de Alfon o, visto desde otra perspectiva, la gran función teatral que el régimen lleva años preparando para criminalizar y castigar a un joven de veintipocos años por atreverse a tener consciencia social, conocimiento de la lucha de clases y solidaridad. La farsa no tenía lugar en ninguna sala de teatro con posibilidades de ser convertida en centro comercial en el futuro, como habría sido lógico, sino en la Audiencia Provincial de Madrid, casualmente sita en el combativo Barrio del Pilar. Como amante del teatro, acudí a la cita y quiero hacer una reseña de esta función que la compañía Aparato Represor del Régimen en Descomposición ha preparado con cierta torpeza pero con gran entusiasmo, empeño y apoyo financiero, gubernamental y mediático. Por supuesto, como toda compañía capitalista explotadora, hay que aclarar que parte de los actores estaban en la función a la fuerza y a sabiendas de que era un mal montaje.

La cita era a las 10 de la mañana, pero me habían avisado que estuviese a las 9.30 para poder organizar y garantizar la entrada en la sala ya que había una gran expectación y se permitía un número limitado de público. A esa hora hacía hasta frío por primera vez desde el verano, pero a la entrada del moderno edificio ya había un numeroso despliegue policial que parecía vigilar a una peligrosa célula de Al-Qaeda recién despierta, pero no miraban con determinación al reducido grupo de jóvenes vallekanos fielmente plantados en la acera de enfrente.

Subí el laberíntico entramado de escaleras y nada más llegar a la puerta de acceso reconocí a la abuela de Alfon. Como siempre me saludó cariñosa con dos besos, pero al separar mis mejillas de las suyas sentí que estaban húmedas. Entonces me di cuenta de que ella estaba llorando copiosamente mientras sonreía y explicaba “Tengo un día más llorón. Y mira que yo no soy nada llorona, jamás lloro, pero hoy llevo todo el rato llorando por tonterías”. Las tonterías son que a su querido nieto, una buena persona, le llevan martirizando 2 años e intentan meterle en la cárcel otros cinco. En sus manos llevaba unas fotos de su otra hija, tía de Alfon, llena de cardenales, hematomas y heridas tras una brutal paliza que yo ya sabía que le había sido propinada por la policía (es el otro juicio que tiene Alfon, cuando un grupo de policías la arrastró entre unos coches para darle una paliza por responder a un golpe; aunque Alfon permaneció en el coche en todo momento), sin dejar de derramar lágrimas me aclaró: “Pienso ponerlas delante de las cámaras y la prensa cada vez que intenten fotografiar a los jóvenes para evitar que les saquen y luego la policía y los neonazis les agredan”. Esta abuela es una madre coraje de la juventud represaliada de Vallecas, como su hija Elena, madre de Alfon.

Hablando de Elena, le pregunté por ella y me dijo que ya estaba dentro, así que decidí entrar para facilitar la organización del público. Tras pasar por una cinta todo lo que llevásemos encima, dar el DNI y capear la agresividad del personal de seguridad, llegué a la entrada a la sala 0, la principal, en la que iba a tener lugar el juicio. Y allí estaba, resuelta y acogedora como siempre, Elena Ortega, una mujer excepcional que lleva años dándonos lecciones de activismo, coherencia, dignidad y solidaridad trabajadora. Uno nunca deja de maravillarse de la naturalidad con la que esta máquina de enfrentar represión lleva su admirable fuerza. Nada más verme me da un fuerte abrazo y empieza a contarme las intendencias del día. Lleva haciendo esto muchos años y no se da lugar a la autoindulgencia. Sólo así se puede entender que de la nada y con un constante boicot y persecución policial y estatal haya levantado todo un dispositivo de apoyo a las y los represaliados, principalmente en Vallekas, pero en todo el estado.

“Que hartita me tienen algunos de la prensa”, me espeta entre la vorágine organizativa que intenta mantener, “menos mal que tú no eres periodista, tú eres activista o ‘artivista’, porque esta mañana me tienen frita. ¡Pues no va uno y me llama a primera hora para preguntarme que si mi hijo iba a llegar aquí en furgón policial escoltado! Mira, me he tenido que contener…”. Yo le ofrezco un irónico “tenías que haberle contestado ‘no, llega en helicóptero’ a ver si se sube al tejado”. Ella se ríe de buena gana, “pues no se me ha ocurrido, es que me ha dado tanta rabia. ¿Quién se cree que es mi hijo? Pero lo mejor es que luego va y me pregunta que quién va a estar en el público y que le dé los nombres. Yo le he dicho, conteniéndome, pues no lo sé. Pues sigue preguntando que si va a estar Willy Toledo y que cómo y a qué hora llega… ‘Pues no tengo ni idea de lo que hace o deja de hacer Willy’ le he contestado”. Elena está cansada, extenuada diría yo. Me lo comentaba ayer cuando hasta elegir la ropa que ponerse para el juicio le suponía un esfuerzo monumental. “Estoy muy cansada, la verdad. Pero hay que seguir”, explicaba con ese entusiasmo que siempre mantiene. “Por más que intenten convertir a mi hijo en el monstruo que no es hay que mantener la lucha por muy agotadora que sea”, añade segundos antes de atender al corro de amigos y periodistas que se amontona a su alrededor.

Hablando del “monstruo” me doy cuenta de que Alfon está tímidamente plantado al fondo. Me vuelve a sorprender lo joven, sereno y hasta delicado que es. Contrasta tanto con las mentiras que el régimen y sus medios intentan construir sobre este joven. Enfrente me doy cuenta de que su novia llora discretamente mientras él intenta consolarla. Me acerco y recibo un par de efusivos besos que dicen mucho y muy bueno de este joven del que algunos intentarían suponer una homofobia o reticencia a las divergencias de la que no sólo carece sino que combate, rápidamente ha asumido mi costumbre de besar a los hombres como un desafío al heteropatriarcado. Me conmueve su naturalidad e iniciativa. Pero lo verdaderamente admirable es que no solo está tranquilo, sino que su preocupación principal es consolar y animar a todos los que estamos alrededor. “No estoy nervioso, en realidad estoy deseando que esto acabe y pueda seguir con mi vida”, me aclara ante la reiterada pregunta sobre su estado anímico.

Su hermana se añade con el entusiasmo y fuerza que le caracteriza. Delante de su hermano siempre está alegre, pero me consta que está sufriendo mucho con este calvario que le están haciendo pasar a Alfon sin pruebas ni razón, adora a su hermano. Paz ha aprendido a cuidar sus reacciones por miedo a perjudicar a su hermano, pero era una joven impulsiva y vital antes de todo esto. Una joven como las de su generación en Vallekas, el barrio más represaliado pero también más lleno de vida y lucha.

Durante unos segundos me pregunto si Cifuentes y su policía serán conscientes en algún momento del martirio, el daño, el dolor y sufrimiento, al que están sometiendo a esta familia a sabiendas, porque lo saben, de que Alfon es inocente y simplemente está siendo utilizado para “escarmentar” y asustar a los jóvenes contestatarios que se atrevan a denunciar su saqueo y opresión del pueblo. No, Cifuentes es una reina del cinismo y la disociación (ver sus terribles actos como algo ajeno, “cumpliendo órdenes y haciendo lo que hay que hacer” seguramente se justifique). Sólo así ha podido llegar hasta donde ha llegado. Pero estos son seres humanos reales, con sentimientos y lágrimas reales. Personas a las que se está torturando sibilinamente, deshumanizándolas sólo porque son “el enemigo” (cualquier persona decente, honesta y valiente es el enemigo de esta pandilla de corruptos).

Me daría tiempo a pensar muchas cosas en la espera, porque nos tienen ahí más de una hora y media. El retraso es escandaloso, pero parece ser prerrogativa de los lacayos del poder. Finalmente, tras soportar un calor e incomodidad enormes, nos indican que podemos pasar. Eso sí, antes nos gritan que debemos apagar el móvil, no silenciarlo, apagarlo completamente, aclaran. Si se pilla algún móvil encendido seremos todos expulsados de la sala.

Entramos y nos encontramos a Alfon ya sentado frente a cuatro magistrados (dos hombres y dos mujeres) que están en el centro de una enorme “u”. A su izquierda (nuestra derecha, curiosa alegoría) el fiscal, y a su derecha (nuestra izquierda, tan fidedigna la analogía) Erlantz, el abogado de Alfon. Tras habernos acomodado, empieza el juicio con Erlantz y… ¡no se escucha absolutamente nada! Pero cuando digo nada es nada, cero. El bedel hace gestos de que no puede solucionarlo y finalmente pasa del tema. Yo tengo sospechas de que es intencionado el que no podamos escuchar claramente el proceso.

Esforzándome mucho consigo medio entender que Erlantz está cuestionando unas pruebas de última hora que han aparecido una semana antes del juicio por sorpresa en las que, de repente, se afirma que en la mochila que intentan endosar a Alfon sin huellas digitales ni pruebas había gasolina, y preguntando quién las pidió y por qué. El fiscal en lugar de contestar enumera los modos procedimentales en los que se puede pedir una prueba pero sin aclarar quién ha movido esa prueba sorpresa dos años después y de la que nunca se dijo nada. La magistrada, que ni se esfuerza en acercarse al micro que la persona a su derecha insiste en acercarle y ella en ignorar y está en su película muda, parece dar por válida la explicación.

Es entonces cuando el fiscal, se levanta, dice algo, se quita la chaqueta descubriendo una camisa colgando por la espalda y le acerca algo a la juez. Entonces nos enteramos de que sus testigos principales, tres policías, no han comparecido porque casualmente “están de vacaciones” y que pide que se posponga la vista hasta que “vuelvan” de sus vacaciones (prueba tú a no comparecer y verás la multa que te encuentras a más de aparecer a la fuerza escoltado por dos policías). No damos crédito, ¿cómo es posible que el fiscal no sepa que sus testigos principales, la única acusación y “prueba” de que Alfon llevaba la mochila (sin huellas digitales suyas) no sepa que en la fecha están de permiso? Erlantz, por supuesto, pide que se prosiga con el juicio, pero la magistrada parece ser especialmente benigna con el fiscal y acepta cambiar la fecha. Encima, se pide que se negocie la vista para que el fiscal pueda estar presente. Es sintomático que el fiscal tenga tanto interés en ser él el que acuse a Alfon, como me aclararía después una persona a la salida “es perro de presa, va a por Alfon, sino no tendría tanto interés en ser sólo él el que lleve este caso, dejaría que el fiscal que tocase ese día lo hiciese”. Se reúnen con la magistrada, fiscal y abogado, y determinan que la fecha sea el 6 de noviembre según nos anuncian. Inmediatamente nos piden que abandonemos ordenadamente la sala.

Hay que aclarar que mucho después nos enteramos de que, tras una larga y pesada reunión en el despacho de la magistrada, han vuelto a cambiar la fecha a instancias del fiscal que de repente se ha dado cuenta de que no podía el día 6 pasándola al 25 de noviembre. Toda esta “amabilidad” de la jueza hacia el fiscal sólo indica que hay un especial interés en que sea él quien mantenga la disparatada acusación sin pruebas o testigos ausentes.

Sobre el tema de los policías “de vacaciones”, una vez fuera un conocedor de la policía con contactos dentro me aclara lo ocurrido: “el problema es que ningún policía se quiere comer el marrón de las acusaciones inventadas porque saben que como se demuestre, algo bien fácil, que es falso lo que están diciendo, los que se comen las consecuencias legales son los policías que han declarado en falso, personalmente, uno a uno. Por eso sé que se están negando a presentarse como acusación porque saben que es mentira lo que están diciendo haber visto. Ya están hartos de ser los mártires de sus jefes, como se vio el 22M, cuando acabaron protestando frente a la comisaría de Moratalaz denunciando que sus jefes les habían hecho una encerrona para provocar víctimas. Pues en este caso no consiguen encontrar a policías que quieran mentir por orden de sus jefes (y Cifuentes indirectamente) para encarcelar a un inocente. Por eso el fiscal no sabía lo de las supuestas vacaciones, porque ha intentado hasta el último momento forzar a estos policías que han acudido a ese permiso para zafarse del marrón y el fiscal no lo ha sabido hasta el último minuto. Están obligando a los policías, cualquiera, a mentir y ya se han hartado”. Me quedo helado al comprender que esa es la única explicación a la ausencia de los testigos principales y que tengan sus vacaciones justo cuando tienen que testificar en este juicio que sólo se mantiene por la acusación de la policía.

La gran alegría de todo este paripé llega cuando salimos a la calle y nos encontramos a un enorme grupo de manifestantes con pancartas de “Alfon Libertad” que gritan el lema sin descanso. Yo me emociono hasta tal punto que me echo a llorar. ¡Qué orgullo ver la valentía y solidaridad de estos jóvenes y viejos que se han desplazado desde la otra punta de Madrid para animar a Alfon!

Aquí tenéis un video que grabé para testimoniar la emotiva salida de la Audiencia provincial y el apoyo masivo del que goza Alfon más la improvisada rueda de prensa que su abogado y Alfon concedieron a los medios (que jamás emitieron en las generalistas).

Sólo nos queda ver si el 25 de noviembre la fiscalía ha conseguido obligar a los policías a testificar o casualmente han sido destinados a Isla Perejil y no pueden acudir por “no disponer de lancha ni saber nadar”. Aunque creo que ya está todo bastante claro.

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