Alberto Montero Soler
Profesor de Economía Política de la Universidad de Málaga
Profesor de Economía Política de la Universidad de Málaga
Publicado en Publico.es, 06
sep 2014
Una vez
agotada la carta mediática de que en Podemos confluyen todas las
representaciones posibles, ya sean reales o imaginarias, del Mal (así, con
mayúsculas), la ofensiva ha pasado a un plano mucho más interesante por cuanto
entra, por fin, a discutir el contenido real del proyecto.
Creo que
se trata de un plano mucho más interesante porque eso nos obliga no sólo a
defenderlo sino también a irlo perfeccionando y mejorando con la perspectiva de
que, de cara a las próximas elecciones generales, sea un proyecto de gobierno
no sólo mucho más sólido sino también alternativo. Un proyecto que marque
claramente la división entre las políticas que nos han traído hasta esta
catástrofe social de aquellas otras que nos permitirán salir de la misma con
mayores cuotas de igualdad, dignidad y bienestar para todas y todos.
El
problema se presenta cuando quienes se han lanzado a cuestionar las medidas
económicas propuestas por Podemos lo hacen tan burdamente como quienes antes lo
convertían en la encarnación del Mal.
Un buen
ejemplo de ello es el artículo de opinión publicado por El País el pasado 25 de
agosto y titulado: “¿Es Podemos
una alternativa para la izquierda?” de Antonio Roldán Monés. En el mismo, el
autor confronta algunas de las medidas contenidas en el programa para las
europeas de Podemos con las que, a su parecer, debería aplicar un gobernante “responsable” y “de izquierdas”. Resalto ambos términos porque resulta curioso que
califique de responsables políticas
idénticas a las que los dos partidos mayoritarios que se han sucedido en el
gobierno en las últimas legislaturas vienen aplicando con los resultados por
todos conocidos. Y, sobre todo, porque califique de izquierdas a políticas que confrontan abiertamente con los
principios y valores que la izquierda tradicionalmente ha asumido como propios.
A toda
esta confusión se suma, además, que el autor parece no haber entendido que
Podemos no es un proyecto de izquierdas sino una iniciativa ciudadana para
construir democracia a través de la participación popular, para promover
condiciones de vida digna para la población y para devolver la dignidad a un
Estado podrido por la corrupción, el clientelismo y la subordinación del
bienestar de la mayoría a los intereses de los grupos de poder económico y
político. Podemos no es una alternativa para la izquierda, como titula Roldán,
Podemos es una alternativa de gobierno para todas y todos y eso es,
precisamente, lo que les asusta.
En
cualquier caso, aún obviando que gran parte de las medidas del programa
económico de Podemos que Roldán considera como irresponsables estaban
planteadas para un entorno europeo y no exclusivamente estatal y que, por lo
tanto, habrá que reformularlas, adaptarlas o suprimirlas cuando se elabore el
programa para las próximas elecciones generales, los argumentos que expone para
rebatirlas y las propuestas para enmendarlas son muy cuestionables. Veamos la
razón para cada uno de los casos.
En primer
lugar, el autor descontextualiza completamente la medida acerca de la
prohibición de los despidos en las empresas con beneficios, al tiempo que muestra
abiertamente su concepción mercantilista del trabajo. De entrada, porque la
medida no tiene como destinatario esencial a las pequeñas empresas (que son las
que utiliza el autor para explicar peregrinamente por qué sería
contraproducente) sino a las estrategias de aquellas empresas medianas y
grandes que utilizan los despidos para incrementar sus beneficios y repartir
dividendos entre sus accionistas, generando así una redistribución injusta de
la renta a favor de éstos y en contra de los asalariados.
Pero,
además, esa propuesta trata de que los empresarios no asuman que el trabajo
puede ser tratado como un coste variable más para la empresa -como las materias
primas, por ejemplo-, sino que el trabajo en una sociedad asalariada es
esencialmente una relación social y la única fuente de renta para la mayor
parte de la población y, por lo tanto, debe ser protegido por el Estado (no ha
sido otro, desde sus orígenes, el sentido del Derecho del Trabajo). En
consecuencia, apostar por esta medida supone estimular mecanismos alternativos
de adaptación a las condiciones de la demanda por parte de las empresas, como
el reparto de trabajo o de rentas, que tan buenos resultados ha tenido en otros
espacios mucho más competitivos económicamente como, por ejemplo, Alemania.
En todo
caso, lo que desde luego no es una alternativa (mucho menos de izquierdas) es
defender, como hace el autor, que para crear empleo lo mejor es abaratar su
destrucción, obviando las consecuencias que las sucesivas reformas laborales
han tenido sobre el empleo en España.
En segundo
lugar, se acusa a Podemos de promover el impago de la deuda pública. Al
respecto, el programa de Podemos plantea tan sólo el impago de la deuda pública
considerada como ilegítima tras una auditoría ciudadana (sobre lo cual es
cierto que podrían existir discrepancias que habría que dilucidar en el
proceso); sin embargo, para la mayor parte de la deuda pública, lo que plantea
Podemos es su reestructuración. Una medida que se plantea de la misma manera
que lo hacen autores de esa izquierda
responsable como, por ejemplo, José Carlos Díez quien, en su popular libro
“Hay vida después de la crisis”, afirma (pp. 147-8): “[Deudores y acreedores]
son las dos caras de una misma moneda y están condenados a entenderse. Los
deudores son responsables por sobreendeudarse y los acreedores por financiarles
cuando las dinámicas son insostenibles. Sin embargo, ambos se culpan mutuamente
de la crisis. Existen incentivos perversos tanto para los acreedores como para
los deudores que les llevan a no cooperar. (…). La historia nos enseña que los
deudores son honorables si los acreedores son razonables. (…) Ninguna economía
puede adaptarse a cambios tan bruscos, y si los acreedores no son razonables,
el impago de la deuda es inevitable. Para no aceptar la realidad de la
insostenibilidad de la deuda y la reestructuración, se apela al miedo y se
crean escenarios apocalípticos”.
Ese mismo
economista, poco sospechoso de radical y crecientemente vinculado al PSOE,
reconocía en un articulo reciente que España ya ha entrado en zona de peligro
en términos de sostenibilidad de la deuda pública tras superar ésta el umbral
del 100% del PIB.
Evidentemente,
la reestructuración sería más llevadera socialmente si viniera acompañada de la
solidaridad europea –especialmente, de la de los acreedores- pero, como hemos
visto en el caso griego, ésta parece estar ausente en sus planes de ajuste. Así
que, a mi modo de ver, sería mejor impulsar un proceso de reestructuración
desde nuestra condición deudora que esperar uno impuesto por los acreedores.
Cuanto más tardemos en reconocerlo mayor será el sufrimiento social y menor
nuestra capacidad negociadora. Por lo tanto, ¿a qué estamos esperando?
En tercer
lugar, el autor demuestra una cierta confusión en materia de pensiones: tras
pronosticar la insostenibilidad de la reforma del sistema de pensiones pasa a
plantear propuestas relacionadas con la política fiscal ignorando que las
pensiones contributivas se financian vía Seguridad Social y que da igual lo que
se haga en materia de fraude fiscal para garantizar la sostenibilidad de las
pensiones contributivas.
Podemos
cree que frente a esa propuesta es necesario repensar el sistema de pensiones
en su conjunto y someter a discusión si este derecho social no debería
atenderse desde los Presupuestos Generales del Estado, es decir, convertirlo en
un derecho de ciudadanía en lugar de en un derecho de naturaleza contributiva.
Esto permitiría romper definitivamente con los análisis actuariales, que ponen
el acento en los flujos de gastos e ingresos y apuntan desde hace décadas a la
insostenibilidad del sistema, y favorecería la toma de decisiones, al igual que
ocurre en el caso de la sanidad o la casa real, en función de una decisión
política acerca de cuántos recursos nos queremos gastar los ciudadanos en
pensiones públicas. Si nadie habla de la insostenibilidad del ejército o de la
casa real, ¿por qué tenemos que tolerar entonces una ofensiva de esa naturaleza
sobre las pensiones públicas?
En cuarto
lugar, la reducción de la jornada laboral a las 35 horas semanales que plantea
Podemos es consustancial a la evolución de las jornadas laborales de nuestro
entorno: la española es superior en unas 220 horas a la francesa y en unas 270
a la alemana. Y no debemos olvidar que en Francia, esta medida aplicada por
Jospin permitió crear más de un millón de empleos netos entre 2000 y 2002.
Igual también es conveniente compararnos y asimilarnos a nuestros socios
europeos cuando de beneficios para los trabajadores se trata.
Finalmente,
sorprende que el autor hable de la toma del control político del BCE como si
esa fuera una medida radical e irresponsable y que desembocaría en un escenario
apocalíptico de hiperinflación. Parece ignorar que, a través de su política de
flexibilización cuantitativa, la Reserva Federal estadounidense ha inyectado
cientos de miles de millones de dólares en la economía y los “únicos” efectos
que han tenido sobre la misma han sido la recuperación de los niveles de
producto y empleo a los anteriores a la crisis sin provocar ningún efecto sobre
la inflación. Ignora, además, que un partido de izquierda responsable, como el PSOE, recogió como primera medida de
su reciente “Nuevo Pacto europeo por la competitividad, el trabajo y la
cohesión social” que el pleno empleo y la estabilidad de precios debía ser el
doble objetivo del BCE. Junto a eso, lo que Podemos está pidiendo en materia de
política monetaria es consecuente con lo que pide para el resto de ámbitos
económicos, políticos y sociales: mayor democracia y transparencia.
Así que
sí, Podemos también es una alternativa de gobierno económico. Y, si no, al
tiempo.
Gracias por este articulo tan facil de leer y entender. Desapasionado, claro y centrado en la logica en lugar de el "yo tengo la razon".
ResponderEliminarAdemas es muy facil de leer en el movil!
Muy interesante, objetivo y recurriendo a fuentes externas. Sólo echo en falta el análisis de lo que para mi es el punto más dudoso en la viabilidad del programa de Podemos: la "renta universal". ¿Lo vas a abordar?
ResponderEliminarEs dificil, porque se dicen muchas tonterias, pero mirare a ver que puedo hacer.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.