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miércoles, 10 de agosto de 2016

Soy una facción


Hace ya dos años que estoy activamente en PODEMOS. Desde el primer momento me atrajo el hecho de que se huía de la concepción clásica de la izquierda de este país. Aquí, cuándo se habla de izquierda, se habla de izquierda marxista o marxista-leninista, y sinceramente, eso no me interesa nada. No necesito empollarme el “Manifiesto Comunista”, el “Estado y la revolución”, las “Obras completas de Stalin” o seguir las directrices del “Gran timonel” de turno para considerarme de izquierdas. Podemos entrar en múltiples discusiones sobre que es ser de izquierdas, y a cada uno que preguntemos nos dará una contestación distinta. A este respecto, solo diré que soy de izquierdas porque estoy dispuesto a vivir un poco peor, para que mucha gente pueda vivir un poco mejor.
Pero volvamos a PODEMOS. Desde el primer momento, hemos hablado de transversalidad. Hemos identificado problemas comunes a votantes de derechas y de izquierdas, y ofrecemos soluciones razonables a unos y otros. Eso significa que no identificamos problemas entre derechas e izquierdas, porque los problemas son entre los de abajo y los de arriba. Entre los que sufren las consecuencias de las políticas de los de arriba, y los que acaparan la riqueza podridos de egoísmo.
Por supuesto, en PODEMOS, hay infinidad de sensibilidades que han convivido razonablemente bien, pero en diciembre, después de un éxito sin parangón para un partido de nuevo cuño, a los que siempre hemos sido de PODEMOS y creído en la línea política que nos ha llevado al éxito, nos etiquetan cómo “errejonistas” y nos convierten en una facción. Los otros, los llamados “pablistas”, los que proceden de una u otra forma de la moribunda IU, los que quieren refundar la izquierda, resulta que son los guay. Nos aliamos con los patéticos restos del referente marxista-leninista (masivamente apoyado por los inscritos) y somos hasta socialdemócratas.
Por supuesto, el perder la centralidad del tablero e irnos a un extremo, nos ha pasado factura en las urnas, porque todos los ataques mediáticos (Venezuela, Irán, y no sé cuantas cosas más) han cuajado. Pero también porque en política cinco más uno no tienen que ser seis, y más cuándo cambiamos de discurso estrepitosamente.
En fin, cómo ya he dicho antes, los que siempre hemos defendido el espíritu de PODEMOS ahora somos una facción. Corremos un riesgo muy serio de convertirnos en la versión morada de IU con toda su podredumbre, podredumbre que ya nos empieza a inundar

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